"El oficio del niño es descubrir, curiosear la vida y jugarla y vestirla de blanco. De blanco: nuevo, que no de blanco: limpio, ni de blanco: inocente. De blanco: nuevo, porque cada una de las miradas de cada uno de los niños sobre la realidad es un reinventar la vida, es un hermoso principio, una aventura diaria y un auténtico privilegio, cargado de fuerza y de sentido". (Díez Navarro, 1996, p. 13).